Amadeo Jacques. Entre orillas.

Por Liliana Petrucci
Ponencia presentada en las XVI Jornadas Argentinas de Historia de la Educación.

I- Algunas referencias sobre la biografía intelectual del filósofo republicano.
El influjo de las ideas filosófico-pedagógicas de A. Jacques (1813-1865) plasmadas en sus participaciones- como en el Circulo Literario (1864)-, en las diversas iniciativas y proyectos que impulsó y sostuvo -Director del Colegio de San Miguel de Tucumán (1858-1862) y luego del Colegio Nacional de Buenos Aires[1] (1863-1865)- así como, su dedicación docente y su rigor intelectual son destacados por estudiantes -como Miguel Cané-, por los amigos y colegas- como Paul Grousac-, por el gobierno de Mitre, entre otros. Juan Mantovani destaca que Jacques está vinculado a dos fases de la obra educacional de la Presidencia de Mitre: a la organización del primer Colegio Nacional y al proyecto de organización de la instrucción general y universitaria (Mantovani 1945: LX).



Amadeo Jacques junto a Alejo Peyret, Alberto Larroque, Martin de Moussy- entre otros- figura entre los viajeros intelectuales destacados que tuvieron que emigrar de Francia- en particular por los acontecimientos políticos ocurridos en 1851-y que marcó el “pensamiento filosófico y educacional del Río de la Plata (Roig 2006:11).
Lo anteceden su producción filosófica, en especial el Manual de Filosofía (1845) elaborado junto a Julio Simon y Emilio Saisset orientado a la segunda enseñanza y con fines didácticos, sus intervenciones como docente de distintos Liceos y como conferencista en la Escuela Normal Superior y en el debate filosófico político a través de la fundación, a fines de 1847, de la revista La libertad de pensar -proyecto del que participa Julio Simon-. Su labor en la difusión y accesibilidad del conocimiento filosófico mediante la publicación de distintas obras vinculadas a las ideas filosóficas en las que abrevaba el eclecticismo de cátedra, merecen destacarse. La elección de los autores formaba parte de la estrategia de la escuela ecléctica de volver accesible un corpus que sirva de referencia a la filosofía de la Universidad” (Vermeren, P. 1998:39).
Se formó en el eclecticismo de cátedra de Víctor Cousin que, según Mantovani, se distinguía por su ortodoxia y por la impronta conciliadora con la Iglesia. Sin negar la religión ni la espiritualidad del alma defiende la independencia de la filosofía, siendo la razón la que provee las reglas de la moral y no un poder superior, aunque su realización plena este dada por el encuentro con Dios. Este sentido es el que comparte A. Jacques sobretodo en el concurso de 1843 en la Facultad de Letras en el recalca que el estoicismo fundado en el deber y la razón prioriza la virtud y lo útil por sobre el placer pero, a diferencia de este, se debe atender a todo lo que es humano en tanto obra de Dios. Asimismo precisa que el enlace de “elementos aparentemente contradictorios no se realiza sin reglas –“elige, restringe y ordena lo que se encuentra en la naturaleza humana y en la historia- (citado por Vermeren, P. 1998: 35). Es así que, esta escuela se distingue por la independencia del saber ligada a las cualidades del genio francés: el método y la claridad”.
El avance del partido clerical significó la puesta en disponibilidad, por decisión ministerial, de A. Jacques (octubre de 1850) en las cátedras de filosofía que dictaba en diferentes liceos. Posteriormente, la publicación en la revista republicana “La liberté de penser”, en diciembre de 1850, de un artículo de su autoría tildado como contrario al cristianismo y a todos los cultos reconocidos en Francia y enseñados en los colegios”[2], conllevará su denuncia ante el Consejo de Instrucción Pública, y más tarde la expulsión y prohibición de ejercer la enseñanza. Circunstancias que acentuaron las distancias con Cousin. Así lo explicita en la respuesta a las críticas que le realizan: la nueva vía de la filosofía es la emancipación de la tutela institucional de Cousin, el ensanchamiento de las referencias filosóficas de los profesores, y en tal dirección el eclecticismo debe situarse al lado de Aristóteles, de Descartes, de Locke, de Laromiguière… “(Vermeren, P. 1998: 65).
Esa discrepancia con la política de Cousin lo sitúa, para Georges Weill (1925) en el ala izquierda del eclecticismo de cátedra (Mantovani, J.1945: XXV). Una diferencia que está marcada, a su vez, por los trabajos experimentales y los estudios en Ciencias que realiza Jacques.
En nuestras orillas, el espiritualismo impulsado por la generación de 1837, por la cátedra de Ideología de Diego Alcorta en la Universidad de Buenos Aires y la traducción de la obra de Víctor Cousin por sus alumnos, dará lugar al eclecticismo de cátedra (Roig 2006:11). La generación del 37 irá apartándose del eclecticismo para adherir a un “racionalismo moderado[3] que es el que caracteriza a Jacques, según Roig, teniendo en cuenta su postura crítica respecto a la relación iglesia- estado-educación y la lucha ideológica que lo distinguía. Una independencia que Jacques enfatiza en la definición de la filosofía como el deseo de saber más alto, como la ciencia de los primeros principios, de lo más científico, “de una ciencia de las ciencias,… (Roig 2006:40). La filosofía es pues, una epistemología y un saber axiológico. Parte de una psicología de corte espiritualista´ para la que el hombre es una fuerza conciente de su poder, el libre albedrío se apoya en la ‘’razón que es un reflejo de las ideas divinas, absolutas y morales -que son a priori.
Un eclecticismo que irá modificándose para mantenerse como método, según lo analiza Roig. Asimismo el desarrollo de la ciencia natural, marcado por la influencia de Herder y Humboldt, y su incorporación dentro del espiritualismo, incidirá en su progresivo desplazamiento -desde1870.
La obra de mayor significación de la ciencia natural romántica es la de Germán Burmeister - Historia de la creación- que, tuvo a su cargo la dirección del Museo de Ciencias Naturales de Bs. As. entre 1862 y 1892 (Roig 2006: 16).
La tendencia a vincular a Jaques con el positivismo se debe al escaso conocimiento de sus aportes y a la construcción historiográfica de las ideas filosóficas que equipara racionalismo con positivismo. Lo mismo sucede con algunos de los exponentes de la generación del 37, como Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y Juan María Gutiérrez y, con los miembros de la generación del 80, que fueron incluidos como antecedentes de los positivistas (Roig 2006: 20).
La generalización del eclecticismo de cátedra, en nuestras orillas, se debió a la coyuntura política y a la apuesta educativa que significó la estructuración y reorganización del sistema de enseñanza media y superior, además de la dirección de Alberto Larroque del Colegio de Concepción del Uruguay -1854 1865-. En el mismo, intervino como docente Alejo Peyret, que participaban de dicha orientación y la promovieron. Así como, la dirección de A. Jaques del Colegio Nacional de Buenos Aires -como ya mencionamos-. La traducción del Manual de Filosofía de Jacques y sus colegas aportó a la difusión del eclecticismo. La Dirección de José María Torres de la Escuela Normal de Paraná, quien había colaborado con Jacques en Buenos Aires, impuso un espiritualismo de corte ecléctico en el normalismo del país (Roig 2006: 12). Así como el influjo de sus iniciativas y concepciones plasmadas en la dirección del Colegio de San Miguel (que se reabrió en 1858) y en la reorientación del plan de estudios, con énfasis en una formación práctica y en las Ciencias Naturales, la organización de una biblioteca pública y la publicación en El Eco del Norte de artículos de actualidad literaria de París, suyos y de Alfredo Cosson- (Vermeren1998: 97).
Como lo destaca Vermeren, el único texto propiamente filosófico es la conferencia sobre “Las letras, las artes y las ciencias”, dictada en el Circulo Literario de Buenos Aires el 30 de setiembre de 1864. Publicada en La Revista de Buenos Aires, bajo la dirección de Miguel Navarro Viola y Vicente G. Quesada, Tomo V, 1864 (Mantovani, J. 1954: LXVII).
Una cuestión que necesariamente indagaremos durante el avance de este proyecto que en este momento está en sus comienzos. Según estas primeras indagaciones estaría vinculada dicha ausencia a la resignificación y reformulación que implicó para Jacques, el estado de la instrucción pública, las necesidades de desarrollo del país y su embrionario estado civilizatorio así como su mirada crítica a la organización de la formación en Francia. Modificaciones denominadas como la argentinidad de A. Jacques (Mantovani 1945: LXVIII).
La publicación de la memoria “Excursión al río Salado y al Chaco” primero en Francia en la Rèvue de París en 1857 y luego en “La Biblioteca”, Año II- Tomo V, 1897 (Mantovani, J. 1954: XXXV), es una de las pocas publicaciones que realiza, además de algunas colaboraciones que aparecen en “El Eco del Norte”.
No podemos dejar de mencionar, en ésta instancia, la singular importancia que tiene la Memoria de 1865 que Jacques había presentado a la Comisión -designada por el Poder Ejecutivo el 3 de marzo de 1865 para elaborar un “proyecto de instrucción general y universitaria”, de la que formaba parte- y que ella adjunta.
A continuación nos detendremos en algunas de sus cartas (1853, 1857 y 1858) y en el escrito científico: “Excursión al río Salado y al Chaco” (1856).
II. Amadeo Jacques en nuestras orillas. Ideas pedagógicas y relación con lo otro.
A. Jacques llega a Montevideo el 30 de julio 1852, con una carta de recomendación de Alejandro de Humboldt, una escala obligada y común a los proscriptos por Rosas.
En la Universidad Mayor dictó un curso de física y química, abierto y gratuito. Las dificultades que atraviesa lo obligan a vender el gabinete de física para el Colegio de Paraná, cuyo director era Alberto Larroque (Caruso, M.- Dussel, I 1997: 41) y se dedica a la daguerrotipia con Alfredo Cosson.
Desde allí le escribe a su compatriota y amigo Guillemont que residía en Paraguay, el 22 de febrero de 1853. Comienza la misma, señalando que el simple conocimiento se convierte en amistad al pasar de Francia a América. El exilio y la patria común los unen.
Allí explicita la modificación que implicó el exilio, de profesor de filosofía pasa a ser de química, física y mecánica. En un país tan nuevo le resulta ridículo traer especulaciones metafísicas cuando lo que se necesita es una enseñanza práctica, en las ciencias de aplicación directa a la agricultura, al comercio, a la industria” (Jacques, A. 1954: 59-60).
Un giro que, como él lo señala, está posibilitado por su formación teórica y práctica y por la relación de la enseñanza de la filosofía con las ciencias positivas, que aunque distintas están “ligadas en Francia” a éstas: por su naturaleza misma” y por ciertos grados comunes a las dos facultades.
Desde estas indicaciones ya se puede avizorar el rasgo que distinguirá a Jacques y que, a partir de sus contribuciones en la Confederación Argentina serán denominadas la argentinidad de Jacques.
Una búsqueda de arraigo en las nuevas tierras vinculada al análisis de las condiciones del medio rioplatense y a una apertura que le permite salir de una traslación mecánica de modelos de formación de su país.
Indudablemente están presentes las connotaciones simbólicas e imaginarias que preceden y significan al nuevo mundo/ país en relación a una antigüedad que goza del prestigio civilizado. Los parámetros de desarrollo y las ideas de progreso no están ausentes ni en la Francia Republicana ni en algunos de los más ilustres hombres del Río de la Plata[4]. La diferenciación entre educación e instrucción, su distribución e impulso, se asentó sobre la diferenciación entre las necesidades del pueblo, del ciudadano, y las de la élite -gobernante, pensante, con talento y fortuna...-.
Una cuestión que no ha perdido actualidad, la adaptación a las particularidades/necesidades conlleva una valoración que puede estar teñida del prejuicio, de una distribución ordenadora.
Retomando la carta, que aparece en la recopilación citada bajo el titulo de “Educación Práctica y Profesional”, Jacques pasa a enumerar los instrumentos que fue trayendo de Francia en “sucesivas remesas y que le permitirían montar un laboratorio de química, un gabinete de física, una colección de figuras en relieve para la enseñanza práctica de la geometría y un surtido muy bien elegido de modelos de mecánica de toda clase. De todos ellos señala las distintas posibilidades de aplicación: para análisis y ensayos minerales, de productos fabricados y alimentos; para la explicación de fenómenos meteorológicos; para la agrimensura, la carpintería; para la construcción de molinos y máquinas hidráulicas, etc.
Luego comenta el curso gratuito que dictó en Montevideo en un español entendible- que implicó una instalación de hornillo para ensayo- y lo satisfactorio que resultó. En los diez meses que hace desde que abandonó Francia gastó mucho y no ganó un cobre, lo que agotó sus recursos y a los que se suma la deuda de una parte de los instrumentos- de diez mil francos.
Dada las circunstancias mencionadas, afirma que: “Temo la indolencia de un gobierno débil y negligente, la apatía del público indiferente y comarcano de Montevideo.” (Jaques 1954: 62).
Una debilidad y negligencia de los gobiernos que preocupa, tal vez no sólo por el destino incierto que puede suponer para sus expectativas de radicación sino, además, por la significación que le dio a la educación, en particular a la Universidad, en su lucha ideológica y que un Estado democrático fundado sobre la libertad debía defender.
Más adelante comenta los proyectos que desearía llevar a cabo y que pone de manifiesto las modificaciones de ese horizonte de formación por el análisis de las condiciones del nuevo país: “fundar, engrandeciéndola poco a poco, una buena escuela profesional, donde no se formarían sabios, sino hombres útiles, ingenieros prácticos, contramaestres para explotaciones industriales y agrícolas, presentes o futuras. Se enseñaría en mi escuela, sobre todo las ciencias positivas, y de estas ciencias no sólo el lado teórico, sino el lado práctico, es decir todo lo que tiene una aplicación directa a las necesidades materiales y a las necesidades de la vida…” (Jacques 1945: 62).
Esta referencia a las ciencias positivas, a una formación basada en ellas, puede ser el equívoco que llevan a algunas interpretaciones posteriores a vincularlo con el positivismo, desconociendo las diferencias de este con la ciencia natural romántica, además de las otras aristas de sus ideas filosófico-pedagógicas.
La índole práctica, aplicada, de la formación proyectada responde para Jacques a las condiciones requeridas para el desarrollo. Esto lo marca cuando expresa que un gobierno con algunos recursos, algo cuidadoso de su país, podría ayudarme a hacer de primera intención una cosa infinitamente superior, y esto sería para él no sólo un honor, sino un buen negocio”. (Jacques 1945: 63)
Enfatiza el carácter práctico en relación directa con la naturaleza y con maquinarias reales, a la vez que plantea una diferencia y crítica a la formación en Francia basada en modelos ficcionales y librescos o teóricos. Sin por ello desacreditar los métodos europeos para la agricultura, por ejemplo, y que supondría para el Estado que acometiese esta empresa encender el faro de la civilización material en la América del Sur.
Las posibilidades de expansión de la formación propuesta, y de acuerdo a sus logros, estaría en la afluencia de estudiantes de todos los puntos de las provincias del Plata, y acaso de Chile, del Perú, del Brasil (Jacques 1945: 64)
Una visión que reconoce una circulación e influjo y que dará lugar, en la actualidad, a lo que Roig plantea respecto a lo rioplantese que, si bien se inscribe dentro del desarrollo de las ideas iberoamericanas, constituye una estructura historiográfica con sustantividad propia desde la cual se podría reconstruir la historia del pensamiento de esta zona de América Austral (Roig 2006:20).
La referencia a la civilización, en distintos momentos, está en sintonía con la preponderancia que durante siglos tuvo la misma en Europa, a los diferentes modos de disciplinamiento que impulsó: en relación al quiebre de la sociedad caballeresca y la unidad de la iglesia y como formación social que expresa diferentes nacionalidades. Civilité es el término que encarna la evolución de una sociedad y la configuración de la sociedad cortesana en tanto matriz de las costumbres occidentales o civilizadas ligadas a la formación del estado.
Es interesante destacar que la transformación que se opera a partir de dichas rupturas y de la secularización que implica, no modifica el sentido de las prácticas de conquista y expansión, por la cruz en la época de la conquista, colonial en la Edad Media, por la civilización después’ (Elias, N. 1993:99).
Las pedagogías no permanecerán ajenas a esa significación, de allí el desarrollo de normas de civilidad que formarán parte de los parámetros correctivos, como señala Virgarello (2005). Y que en las pedagogías del siglo XIX buscarán acrecentar los rendimientos y productividades a través de un tratamiento del sujeto orquestado y garantizado por el rigor formal de sus disposiciones y basado en la aplicación ordenada de la voluntad. Un enfoque consecuente con la necesidad de expansión de la producción material.
Dada las dificultades para instalarse y sin haber recibo otros ofrecimientos, se traslada con Alfredo Cosson, según Alejo Peyret y recuperado por Mantovani, a la ciudad de Rosario el 27 de febrero de 1854. Desde allí le escribe al General Urquiza, Director General de la Confederación Argentina. A través de la misma, se pone a su disposición y comenta su propósito de recorrer las provincias desde Paraná hasta la Cordillera para realizar exploraciones sobre las riquezas, en especial minerales (Mantovani 1945: XXXII). Después de Córdoba pasa a Santiago del Estero donde permanece durante algún tiempo.
El General Urquiza lo designa, por resoluciones del 16 y 18 de agosto de 1855, para realizar “estudios naturales en el Chaco y geográficos-económicos en la provincia de Tucumán”, que no se pudieron concretar en ese momento (Mantovani 1945: XXXIII)
Desde Santiago del Estero en noviembre de 1857 le dirige una carta al General Justo José de Urquiza- Presidente Supremo de la Confederación Argentina-. Adjunta a la misma el Proyecto para la “fundación de una Escuela Politécnica y de un Cuerpo de Ingenieros de la Nación”. A través del Diputado por Tucumán José Posse se entera del interés manifestado por Urquiza.
Asimismo le envía la reseña que realizó durante dos años comisionado por el Gobierno Nacional, junto a la expedición militar al Chaco. El escrito había sido entregado en 1855 y se iba a publicar en el Nacional Argentino pero fue suspendida.
Pensando que podría contribuir a llamar en ese país la inmigración europea, tan ilustrada y generosamente favorecida por V. E., mande a mi tierra la versión francesa del escrito(Jacques 1954: 67). Allí fue publicada y acogida por la prensa y aprobada por la academia de Ciencias de París.
Comenta que ese no es sino el comienzo de un trabajo mayor que venía realizando sobre las provincias de Tucumán y Santiago del Estero, encomendado por el gobierno Nacional y tendiente a trazar “una descripción física exacta y detallada de las dos provincias”. La falta de recursos y el atraso en la remesa de las mensualidades lo llevan a aceptar, en Santiago del Estero, el humilde empleo de agrimensor.
Su dedicación, vocación de trabajo y voluntad de radicación están signadas por las penurias económicas, las dificultades de comunicación y organización.
Como lo señala Mantovani, las dificultades con los Taboada y las vinculaciones que logra a través de sus trabajos como agrimensor - y el reconocimiento que le valieron-, lo llevan a trasladarse a Tucumán donde comienza su labor como educador. Allí es designado para reabrir el Colegio de San Miguel que dirigirá durante cuatro años y cinco meses.
En la carta de abril de 1858 dirigida al redactor de “El Eco del Norte” responde a la solicitud de una reseña sobre la educación de la juventud. Para ello adjunta el plan de estudios que presentó al Gobierno para su aprobación y algunas explicaciones que retomaremos aquí.
Destaca que la originalidad del mismo está en la preferencia dada al estudio de las ciencias naturales, aunque dentro de “una enseñanza elemental y, por consecuencia, con una tendencia a la práctica que no se encontrará, según creo, tan marcada, en ningún otro de los establecimientos de instrucción pública que existen en la Confederación Argentina.” (Jacques 1954: 69-70).
El sentido de la formación de los jóvenes está dado por lo útil, las ciencias útiles que proveen a las necesidades materiales y de desarrollo y engrandecimiento de la riqueza pública y privada. Una orientación que ha estado ausente o escasa en estas regiones australes. Afirma que el conocimiento de la naturaleza vinculada al legado de Dios permitirá hacerla productiva.
Un índice del eclecticismo que sin negar a Dios promueve el conocimiento que, en estas orillas, deberá abandonar las especulaciones metafísicas o las pretensiones de formar sabios para orientarse a saberes productivos, prácticos.
Una vez reconducida a sus verdaderos límites la enseñanza primaria, propone en el mismo edificio dos secciones distintas y separadas de estudios secundarios: la una principalmente científica; la otra, práctica y profesional” (Jacques 1954: 71).
La segunda tendrá la mayor importancia sin que ello implique restarle importancia a las letras o humanidades, que son indispensables para dos profesiones, la del foro y la del sagrado ministerio y que son un bellísimo adorno del entendimiento. Pero, teniendo en cuenta que en la Confederación Argentina sobran los doctores, se debe atender a lo necesario antes que al lujo. Una orientación que caracteriza a la Universidad de Córdoba, dedicada a la literatura y filosofía casi exclusivamente y que proporciona solamente una instrucción para entretener y adornar el espíritu.
Una apreciación rotunda que según nuestro autor desconoce las necesidades del país y los problemas que acarrea en las expectativas laborales orientadas a los oficios administrativos y empleos políticos. Un problema del que participa la educación secundaria en Francia y que se articula con la exageración en las tendencias literarias en la Universidad, como explicita. Retoma los enfoques para enmendar dichos males que se utilizaron en su país de origen y destaca su valor en “un país todavía virgen (Jacques 1945:72).
Cabe subrayar la inflexión que suponen dichas apreciaciones no atribuibles a una mirada jerarquizante que distribuye y distingue según el grado del desarrollo de la civilización o de la producción y que atiende a las particularidades del país aunque sea significado como virgen.
Asimismo, es significativa la actualidad de sus planteos sobre la formación en relación al empleo, sin que ello implique desconocer las transformaciones político económicas que signan y peculiarizan los problemas en la orientación de la educación y su articulación con el trabajo.
Contempla en su proyecto una “instrucción literaria templada…por los más útiles de los conocimientos científicos, dirigida a los de fortuna y talento que pueden aspirar a sobresalir del vulgo y, para la mayoría, una instrucción científica, sobre todo profesional que “no excluye cierto grado de cultura literaria.
Un plan de estudios que debe acompañarse con la creación de: un laboratorio de química, de ensayos exactos, un gabinete de instrumentos de física, de un jardín botánico y de un museo. Cuestión que puede resolverse dados sus contactos con las sociedades científicas de Europa y que proporcionarán una proyección de ese lugar, por su ubicación en América del Sur.
El Colegió duró hasta 1862 y se formaron allí hombres que tuvieron prestigiosa actuación local o nacional, como señala Mantovani. Burmeister en su estancia en 1859 en Tucumán, destacó que el Colegio era uno de los primeros de la Confederación y era superior a un Gimnasio alemán de primera clase, en cuanto a ciencias físicas, Cosmografía,…” (Mantovani 1954: XLIII).
La Excursión al Río salado y Al Chaco de 1856 la realiza con el Comandante Page y el teniente Murdaug, de la marina de los Estados Unidos y parte de Santiago del Estero con dirección al Chaco para realizar exploraciones y descripciones geográficas que, serán destacadas y las retomará Burmeister en su obra Viaje por los Estados del Plata(Mantovani 1954: XXXIV-XXXV).
En el trabajo señala que no habiéndose podido concretar la cruzada contra los indios del Chaco para la que había sido designado por el gobierno en 1855, se une a esta pequeña expedición.
En el trayecto de Santiago al Bracho se detienen en Matará, un pueblito a orillas del río salado, que tiene unas pobres cabañas donde reina el orden y la limpieza. Las grandes extensiones vacías y la dispersión de los puntos habitados merecen su descripción. Destaca la vestimenta de las mujeres que atienden al viajero y van calzadas con zapatos, una circunstancia poco común que es para nosotros indicio de una civilización relativamente adelantada. “La fisonomía, a falta de belleza, lleva impresos los signos de la inteligencia; casi saben conversar.” (Jacques, A. 1954: 115).
Un nosotros que se plantea como enigmático en el texto, quiénes son: ¿los que componen la expedición, los compatriotas, los europeos? Y que aparece contrapuesto a otros. Un casi que es indicio de inteligencia pero falto de belleza, un adelanto relativo de civilización al que le falta aún. Pero, que a pesar de la pobreza, el trabajo la distingue.
Se detiene en la lengua que hablan en la zona, el quichua originada en el Perú pero mezclada con el español y que se explicaría por la emigración peruana que se fijo en las llanuras del Salado. Se deberá a las antiguas conquistas de aquel pueblo (Inca) y que encuentra allí ocasión de mezclar su sangre con la raza indígena más civilizada y más dotada de esta América, la población de Santiago, debería en parte a esta mezcla la preeminencia de aptitudes y la superioridad de sus costumbres (Jacques, A. 1954: 117).
Apreciación que abre los parámetros de civilización y encuentra virtudes en una raza indígena.
A diferencia de otros indios que, en sus invasiones a tierras habitadas de la costa del Salado conlleva ciento trece víctimas además, de la despoblación creciente por la causa del terror.
“…las depredaciones de los indios han añadido al desierto una extensión de ocho leguas en la orilla izquierda del Salado, desde la altura del Bracho hasta la de la Gramilla. (Jacques, A. 1954: 123).
La expedición y la recuperación del ganado que realizan los pobres soldados les devuelven “algo de riqueza a puntos en donde los indios habían sembrado la desolación. Ahora les toca temblar a los bárbaros…” (Jacques 1945: 123?)
La distinción entre indios bárbaros y pueblos indígenas civilizados es una inflexión que matiza las distribuciones polarizadas.
La descripción del traje de los militares que forman parte de la expedición que, se parece más al del beduino de Argelia que al del soldado europeo, repone una figura y un recurso conocido y plantea una contraposición- europeo, civilizado- beduinos, soldado, númida- extendida a España. La mezcla de sangre, la facilidad para andar a caballo, es la muestra de la huella que el África imprimió en otro tiempo sobre España.
La descripción de las invocaciones de las mujeres para el éxito de la expedición, el llanto que provoca la noticia de los heridos, le permiten percibir: “ En lo que principalmente he notado el carácter semi-salvaje propio de estas regiones, vecinas todas de la barbarie, ha sido en el acento de estos gritos de dolor; los sollozos forman allí como una frase musical que se solfea en un tono convencional y que se repite, siempre igual, por intervalos tan fijos como si estuvieran arreglados con silencios.” Lo que le resulta notable a Jacques y señala que es en esa expresión de los sentimientos de dolor o alegría donde el salvaje es el que más se separa de la naturaleza, inventando para expresarlos formas acompasadas y, por decirlo así, melódicas(Jacques, A. 1954: 128/9) .
Una demarcación que alude a las costumbres de civilidad y su diferencia con la barbarie, aunque no deja de notar la separación con la naturaleza que implican en ese caso.
Apreciaciones vinculadas con el imaginario de la época, América todavía representa la naturaleza virgen que se necesita colonizar con la pluma, el cincel, el torno, la rueda,… Y que se enlazan con lo que Mary Louis Pratt (1997: 223) destaca como las imágenes que en su combinación formaron la representación metonímica estándar del nuevo continente y que fueran canonizadas por los Cuadros de Humbolt.
Un eurocentrismo que si bien no está ausente y se muestra en los términos que lo van engarzando como lo fuimos apuntando-, y que Viñas realza para marcar su transmutación en el exilio: el revolucionario francés siempre se aburguesa en las colonias o países periféricos[5], presenta matices, porosidades que conmueven las polarizaciones. Habría que ver si el liberalismo de Jacques, se basa en la igualdad sin restricciones, quienes entran y si todos son reconocidos.
La argentinidad de Jacques, hasta este momento de la investigación, presenta ambivalencias en la que se cruza una mirada sobre la formación que tiene sus puntos de apoyo en las críticas y transformaciones educativas de la Francia de su tiempo, así como en concepciones de progreso y desarrollo, cuestiones que en las cartas analizadas aparece. Al mismo tiempo, surge con determinación la necesidad educativa y su trabajo de educador, un rasgo que presenta una sintonía con su pasado de lucha ideológica. Su resignificación según la lectura de las condiciones de la Confederación Argentina puede ser considerada como signo de su arraigo pero, no deja de ser controversial - hasta el momento.



Notas:
[1] Creado por decreto del 14 de marzo de 1863 sobre la base del Colegio Seminario y de Ciencias Morales y denominado Colegio Nacional. En el se desempeña como Rector Dr. Eusebio Agüero encargado de los asuntos de índole administrativa y A. Jacques como director de estudios. Con la muerte de Agüero en 1864 Jacques asume como Rector de modo explícito (Mantovani 1954: LV).
[2] Nota del Ministro para la sección permanente del Consejo Superior, 26 de diciembre de 1850. Citado en Vermeren, P (1998: 26)
[3] Como señala Roig (2006:14), ese racionalismo se encuentra bajo las influencias de Edgard Quinet y se distingue del racionalismo romántico y del eclecticismo del que derivaba, por el sentido de lucha ideológica
[4] Una sintonía que se modula sobre todo desde la independencia de las colonias y la búsqueda de modelos para las repúblicas nacientes, el lugar de faro civilizatorio y republicano que representaba Francia y que implicaban además, el viaje iniciático de la élite criolla, el conocimiento de la lengua y cultura. En: Caruso, M- Dussel, I. (1997: 40).
[5] Y que permite que “se comprueba en los liberales europeos del siglo XIX cuando salen de un París vivido críticamente y tienen que pasar a otro espacio geográfico donde la presión atmosférica de las ideas los condiciona a exacerbar su eurocentrismo”. En Viñas, 1983: 307.

Bibliografía
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