Por el Paraná. La relación con 'el otro' en dos viajeros naturalistas.
Por Liliana Petrucci
Ponencia presentada en el Congreso nacional y III internacional de la AAS.
Uno de los nudos de indagación, en nuestro proyecto de investigación (1), es la relación con ‘el otro’ en la que se juegan y singularizan los imaginarios de la época, en esta instancia retomamos los relatos de dos viajeros naturalistas del siglo XIX.
El relato y el viaje aparecen solidarizados, vinculados por un andar en el que se entrecruzan el ‘ver’- un conocimiento del orden de los lugares-, o el ‘ir’- como acciones espacializantes- (de Certeau 1996:131) y el ‘hacer’. Tejido heterogéneo de fragmentos, huellas de tradiciones recibidas y ‘observaciones’ que crean un espacio al ‘describirlo’ y delimitarlo según focalizaciones enunciativas.
Con el desarrollo del ‘discurso científico’ algunos descriptores tienden ha desaparecer en beneficio de la ‘exposición de un conocimiento’, un ‘ver’ que autoriza articulado a un saber, en la enunciación se juegan- veladas o no- las relaciones entre lo propio y lo otro, entre un sistema y una habitabilidad. Una alteridad que aparece en los modos de acumulación, en los ‘modelos’ de ajuste y en la relación de extrañeza, familiaridad y/o exótica con ‘lo otro’.
Si bien en los discursos sobre/ ‘en viaje’ (Román 2005) la relación con los discursos científicos se va desplazando hasta convertirse en un ‘género autónomo’ (Colombi 2006:17) la inscripción de los viajes de los ‘naturalistas’ amerita su vinculación.
Desde hace un tiempo los trabajos sobre las implicaciones del ‘giro lingüístico’ y la posibilidad de conocer al ‘otro’ conllevan, en algunos enfoques, el reconocimiento de la radical heterogeneidad de la relación entre ‘lo otro’ y ‘nosotros’. Más aún, lo otro ya no es referido a un ‘continente’ ajeno, exterior, sino que se refracta y resplandece como alteridad consigo mismo: “la no identidad consigo mismo, lo radicalmente otro de uno mismo; la no pertenencia a un determinado lugar, lengua, cultura o religión; la ausencia de un origen único, idéntico (2).”
Sin pretender soslayar la interpelación sobre la posibilidad de conocer al ‘otro’ y sin estar resuelta la polémica que algunos sindican como parte de los restos de las ‘ansiedades cartesianas’- objetivismo vs. relativismo-, optamos por el recorte de los textos que aluden a la relación con ‘lo otro’ sin menguar nuestras marcas en un intento de ‘diálogo’ (Todorov 2005) en el que se juegan nuestras condiciones históricas, lingüísticas, éticas…
Partimos del reconocimiento de que los discursos sobre ‘la raza’ y las costumbres y sus justificaciones no son la expresión de intereses individuales, aunque expresen posiciones, y marcan su producción y recepción como verosímiles en una época dada.
En los debates clásicos- sg. XVI y XVII- está presente la diversidad de los pueblos y las costumbres, la cuestión pasa por si es posible extender los ‘valores más allá de las fronteras o si son todos relativos.
La perspectiva etnocentrista, incluida dentro de la universalista, se caracteriza por pretender ‘elevar como valores universales los de la sociedad a la que se pertenece’. Todorov plantea que el ‘etnocentrista es la caricatura natural del universalista’.
La pretensión de conocer al ‘hombre en general’ se sostenía en la concepción de la lengua como universales en tanto lengua de la razón.
Es así que, los cambios históricos serán considerados como superficiales, no transforman ‘el teatro’ de sus acciones, se tienen las mismas ‘pasiones’ y ‘corazón’ que en la antigüedad. Dicha perspectiva reúne diferentes polémicas y posiciones, la extrañeza ante ‘lo otro’ para algunos no justifica denominarlos como ‘bárbaros’ aunque se prefieran las propias costumbres- cultura. Asimismo, están las denominadas ‘condescentientes’ con las diferencias al constatar que las mismas no son posibles de totalizar ni en relación al extranjero ni al ‘nosotros’-a los ‘compatriotas’-. Sin embargo, su aspecto crítico no puede obviar situar los propios valores/costumbres en parámetros de contrastación, un modo egocéntrico vinculado al etnocentrismo.
El ‘etnocentrismo científico’ (denominado así por Todorov) se desarrolla con los documentos elaborados por Joseph-Marie de Gerándo (1800) que pretenden orientar científicamente las ‘indagaciones de los viajeros’. Si bien parte de una crítica al etnocentrismo, su enfoque no avanza respecto al universalista y racional: parte del ‘hombre en general’ y de las relaciones político-económicas y civiles de su sociedad como nociones válidas para la ‘sociedad en general-.
d’Orbigny en el libro “Viaje por América Meridional” (d’Orbigny 1945) - realizado entre 1826 y 1833- comienza señalando el quiebre respecto a los relatos de viajeros del siglo pasado -cercanos a la novela- y la distancia en la que inscribe su discurso sobre el viaje en tanto ‘literatura científica’. El reconocimiento a Humboldt, a su padrinazgo, se vincula a dicha diferenciación que, a su vez se relaciona con el interés de reivindicar América del Sur como ‘naturaleza virgen’ junto a la crítica a los formatos habituales de los discursos sobre el viaje- disyunción ‘subjetivista- objetivista’- y a la abundancia de detalles que resultan ‘insípidos’ (Pratt 1997).
En la ‘dedicatoria’ a los lectores solicita colaboración y complicidad, además de afirmar que los viajeros no mienten, plantea el resguardo con el que cuenta el lector ilustrado para sopesar el discurso. La ‘verosimilitud’ estaría más ligada al ‘orden del relato’ general, a lo opinable y por lo tanto a la ‘opinión del público’ (Barthes 1987: 185), junto a la descripción ‘real’- ‘a la expulsión del significado en beneficio del signo’- propia del discurso particular en el que se inscribe.
Retomamos para este trabajo el recorrido por el Paraná – desde Buenos Aires a Corrientes- que comienza el 14 de febrero de 1827. En ese trayecto, las referencias a la abundancia de una naturaleza virgen son frecuentes, a las que se les añade el toque sensible- característica en el discurso romántico-.
La ‘marca del cuerpo en la escritura’ se aprecia en formulaciones como: “Quedé encantado por el aspecto del lugar. Todo respiraba abundancia” “El majestuoso Paraná…su inmensa anchura perdida en el horizonte lejano, me llevaba a admirarlo en religioso silencio”
Presencia en el discurso que se reitera junto a la crítica a las prácticas y costumbres como por ejemplo, el incendio de los campos para ‘renovar los pastos que alimentan al ganado’y la devastación que producen, es la ocasión para comentar: “ofrecía un espectáculo de destrucción que infundía en el ánimo un sentimiento de profundo dolor y espanto” (d’Orbigny 1945:97).
Un espanto que no interpelará su afición por la caza y el éxito logrado que deja ensangrentado el suelo y que atribuye a la ausencia de civilización: la confianza e inexperiencia de los pájaros que ‘aún no habían aprendido a temer’ ‘la dominación tiránica del hombre’. “¡Cuándo la civilización haya invadido esta ribera salvaje ya no habréis de recorrer con paso tan leve los meandros de vuestras chacras! (d’Orbigny 1945:102)
El etnocentrismo egocéntrico se articula a la distinción ‘bárbaro- civilizados’ en el parangón entre ‘esos hombres desconfiados y poco comunicativos’ con los jaguares ‘de aspecto feroz’, la ‘pereza’, los vicios y costumbres indolentes y sanguinarias, así como a la dificultad para el desarrollo vinculado a la escasez de leyes y la poca fuerza del gobierno. Consecuente con dicha relación imaginaria con las propias costumbres, instituciones y prácticas a las que atribuye el rasgo ‘civilizado’, está el reconocimiento de los establecimientos agrícolas ‘hermosos’, los ‘surcos arados’ que se asemejan a los de su patria y/o son de extranjeros.
Remontando el río Paraná y a la altura del Paraná de las Palmas destaca su anchura en comparación con el Sena, describe sus aguas ‘profundas’ y rojizas:
“…las islas adornadas de ceibos, cuyas flores brillantes apenas dejaban ver unas hojas”…”la superficie del agua surcada en todas direcciones por pequeñas golondrinas (Golondrina de cola cuadra, de Azara)…” (D’Orbigny 1954:95)
Pasando la altura de Baradero destaca las especies de cisnes: ‘la de la cabeza y cuello negros y el pequeño cisne blanco’… “Innumerables bandadas de camichis moñudos,…” aportan una descripción supuestamente liberada de significados que, al denotar lo real lo significan- ‘un efecto de realidad’ (Barthes 1987: 186)-
Desplazamientos que en su suspensión aparece como ‘constrictivo’: “…comenzó a cansarme el no tener sino un espacio de de doscientos o trescientos metros que recorrer”. Así como la ocasión para constatar/describir una especie y exhibir un saber: “Al reanudar la marcha llegamos a la isla Toros…, donde hicimos un alto y encontré un pequeño espécimen de ampularia y numeroso insectos carábicos.”
En el caso de los relatos de Darwin (1921) se destaca una marcada acentuación descriptiva acorde con el cometido científico, destacado en el paratexto tanto en el título de la obra como en la mención a la comunidad en que se inscribe. Las ‘disgresiones’, si bien son ‘usuales’ o estructurales en los relatos de viaje (Colombi 2006:22), aparecen como ‘manchas’ en un discurso que pretende ceñirse a la necesidad de ‘objetividad – propia del género discursivo primario-’.
Las referencias a los viajeros naturalistas que lo precedieron, como d’Orbigny, Bonpland, entre otros, consecuente con el modo de producción señalado -descriptivo con escasas ‘impresiones subjetivas’- redundan en un ‘efecto de realidad’ que, a su vez, mantiene diferido los intereses comerciales en pugna entre franceses e ingleses.
M. A. d’Orbigny halló en las riberas del Paraná, a la altura de 30 metros, grandes lechos de una concha de estuario viviente cien millas más abajo y más cerca del mar, y yo he hallado conchas semejantes a menor altura en los márgenes del Uruguay (Darwin1921:185).
Asimismo, destaca la ‘magnífica corriente’ en la navegación río abajo como uno de los mejores dones de la Naturaleza, como lo es esta sorbería vía de comunicación, parece estar relegada de intento de no servir para nada….” “y de un suelo que, según el mejor de los jueces, M. Bonpland, en fertilidad no tiene semejante en ningún país del mundo. (Darwin 1921: 199).
El tinte etnocéntrico nacionalista, a esa altura, le resulta ineludible y expresa:
¡Cuán diferente habría sido el aspecto de este río si colonos ingleses hubieran tenido la fortuna de ser los primeros en remontar la corriente del Plata! ¡Qué ciudades tan magnificas hubieran ocupado ahora estas riberas! (Darwin 1921: 199).
Una desvalorización y competencia de intereses enfatizada en relación a los españoles y destacada en la opinión desfavorable del patrón del barco, un ‘viejo español que llevaba muchos años en este país’, simpatizante de los ingleses, y que afirmaba que el triunfo en la batalla de Trafalgar de los ingleses se debía a la traición y no la torpeza y cobardía -como Darwin pensaba-.
La perspectiva ideológica en la narración y la asunción del ‘espíritu nacionalista’ de laboriosidad y desarrollo de los ingleses contrapuesto al de los españoles se manifiesta, también, en la relación a la distancia y diferencia entre Paraguay y Argentina. El primero bajo el dominio del dictador Francia marca las circunstancias que no se modificarían con su relevo por una república ya que requeriría de “un núcleo fuerte de hombres imbuidos en los principios de la justicia y el honor” (Darwin 1921:200)
Si bien el apego a una pretensión objetiva centrada en ‘lo que ve’ es una característica de este tramo de su travesía, se producen deslices/desvíos en los que aparece el parámetro de percepción y valoración que oscila entre la ponderación de las ‘bellezas’, tropos con tinte exótico, y la descalificación según una concepción ‘evolutiva’ y cultural.
A los ya apuntados podemos añadir la referencia al gobierno de López y su estabilidad durante diez y siete años que la vincula a los ‘procedimientos tiránicos, pues hasta ahora la tiranía parece adaptarse a estos países mejor que el republicanismo’ (Darwin 1921:183)
Ciencia y cultura, razón y saber, valores y naturaleza se articulan al ‘desarrollo’ y, menoscaban la alteridad, aún cuando sea la manifestación de un embelesamiento exotista.
En este sentido, la pretensión de ‘compresión’que implicaría el movimiento de reconducir lo extraño a lo familiar o bien, dejarlo como lo ‘inclasificable’- lo exótico-, supone la detención o suspensión del ‘movimiento’ como transformación, una alteridad transformada en un ‘es’ del lugar.
Notas:
(1) "Discursos de viajeros europeos y cultura escrita en la Argentina (1810-1910)" – Director: Mario Sebastián Román, Co- directora: Liliana Cecilia Petrucci.
(2) Apreciaciones a partir de la experiencia de ‘expropiación’ en la imagen, en la firma, en la lengua que Derrida señala. En: De Peretti, C. (2007) “Su llamativa cabeza de talco…”, Revista Archipiélago, Nº 75/2007, Editorial Archipiélago, Barcelona.
Bibliografía:
BARTHES, R. (1987): El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, Barcelona, Paidós,
COLOMBI NICOLIA, B. (2006): “El viaje y su relato”, Latinoamérica, Revista de Estudios Latinoamericanos, Nº 43, México
DARWIN, C. (1921): Diario del Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo. En el Navío de S. M. ‘Beagle’, Tomo I, Madrid., Calpe, Traducción de Juan Mateos.
DE CERTEAU, M. (1996): La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana.
d’ORBIGNY, A. (1954): Viaje por América Meridional, Tomo I, Bs. As., Editorial Futuro, 1ª edición 1844-París
DE PERETTI, C. (2007): “Su llamativa cabeza de polvos de talco…”, en Revista Archipiélago, Nº 75, Barcelona, Editorial Archipiélago: 34-40
PRATT, M. L. (1997): Ojos Imperiales. Literatura de viajes y transculturación, Bs. As. Universidad Nacional de Quilmes, Traducción de Ofelia Castillo.
TODOROV, T. (2005): Nosotros y los otros, México, Siglo XXI - cuarta edición en español-
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